lunes, 27 de junio de 2016

Con-arte-era:
La exposición del mañana
o 'Ahí pa' la otra semana'

Resulta hasta irónico que una exposición homenaje al artista más emblemático de Nuevo León esté más llena de irregularidades que de costumbre


Después de meses de inactividad -salvo la exposición de la obra de Adrián Procel, inaugurada el pasado 9 de junio- Conarte anunció la exhibición de una colección de piezas del artista Julio Galán, originario de Múzquiz, Coahuila, aunque orgulloso representante de las artes en Nuevo León, fallecido en agosto de 2006. La exposición se planeó a manera de homenaje al artista con motivo de su décimo aniversario luctuoso. Indudablemente Julio Galán es el artista más emblemático en la historia de Nuevo León: baste ver sus piezas para apreciar el trabajo de un individuo que sabía muy bien lo que hacía, amén de poseer una potencia expresiva única, así como una capacidad compositiva que muestra dramaticidad, teatralidad y una notoria transformación del lenguaje pictórico a través de la manipulación material directa o indirecta. En pocas palabras, Julio Galán ha sido un artista como pocos; uno de esos personajes que difícilmente se ven en el escenario de las artes plásticas. Definitivamente se trata de un muy merecido homenaje. Hasta este punto, todo parecía marchar de maravilla: la actual administración del Centro de las Artes se reivindicaría finalmente del brillo por su ausencia. Sin embargo, de pronto ocurrió un incidente: fechado el 21 de junio de 2016, se anuncia en la página de Conarte: "Por causas de fuerza mayor las cuales quedaron fuera del control institucional, nos vemos en la necesidad de posponer la inauguración de la exposición homenaje Julio Galán. 10 Años, para el miércoles 29 de junio a las 20:00 horas." Desconocemos en qué consisten las causas de fuerza mayor fuera del control institucional: al menos la misma institución no menciona causa alguna. Una exposición en calidad de homenaje, ¿a un artista fallecido?, ¿Planeada tiempo atrás? ¿Cuál puede ser la causa que impida a una institución del tamaño de Conarte inaugurar el día originalmente anunciado? Definitivamente la causa no puede ser del artista; el asunto obliga a la pregunta: ¿qué otra cosa puede postergar la inauguración? Surge un urgente "sobre todo en la inteligencia que ha pasado medio año con apenas un evento", ¿Postergar? Desde el inicio de la presente administración de Conarte, el Centro de las Artes es llevado por personajes reconocidos por su trayectoria en los pertinentes menesteres culturales: Jorge García Murillo como director del Centro de las Artes y Marco Granados como coordinador de Investigación Estética y Desarrollo Curatorial. Cabe mencionar que el puesto del último no existía: ¿investigación en Conarte? hablaremos más a fondo de eso en párrafos posteriores. Regresemos, por lo pronto, al punto que nos tiene en la lectura. Seis meses y una sola exposición; se anuncia una segunda y repentinamente se posterga. El artista no es la causa. ¿Cómo está organizada, entonces, la exposición? Se sabe que, aparte del equipo conformado por Murillo y Granados, Guillermo Sepúlveda, dueño de la galería Arte Actual Mexicano, participa en la organización de la exhibición. Es obvio considerar que Sepúlveda, como el primer galerista individual de Julio Galán, es un personaje importante como el galerista que es. Hagamos una primera pausa: Guillermo Sepúlveda es galerista. Esperamos, por su misma reputación, que Sepúlveda no sea el curador de la muestra: curador y galerista son personajes con funciones totalmente distintas y a estas alturas del partido una decisión estratégica de esta naturaleza empeoraría la ya maltrecha imagen del Centro de las Artes. Ignoro si esto será así; lo que sí sabemos es que Sepúlveda ha fungido como curador en algunas otras exposiciones, punto por demás negativo para su imagen como galerista. Ahora bien, Granados ostenta el puesto ya mencionado y sería, por lógica, el curador; sin embargo todo se puede esperar. Marco Granados ha sido curador desde hace ya más de diez años. Esto lo sitúa en una posición estable y conveniente al puesto, al menos en teoría. Protegido de García Murillo en su juventud, ha ido escalando posiciones como crítico y curador hasta llegar al puesto que ahora ocupa. Ya anteriormente estuvo trabajando en uno de los tres puestos estratégicos en Cultura de San Pedro, junto con Claudia Tapia y Damián Ontiveros. Concluye ahí sus funciones en medio de una turbia y confusa situación, por lo cual queremos suponer que él mismo renunció, con apenas unos días de diferencia del cese de labores de sus compañeros. Intermitentemente ha dirigido el Programa de Alto Rendimiento en Arte Contemporáneo (PARAC), del cual se han creado varias ediciones. Juzguen los artistas participantes en cualquiera de las ediciones la calidad de su trabajo. Ahora bien, la parte más difícil es la del desempeño de un curador en el campo real: este debe tener un amplio conocimiento histórico, filosófico y de narrativa artística, amén de poseer suficientes esquemas museográficos para ordenar la correcta distribución de las piezas en el recinto a exponer. Encima de eso, debe dominar a la perfección la escritura y ser capaz de crear figuras literarias en virtud del sentido desarrollado por el mismo curador en conjunto con el artista, si este vive o de sus historiadores, biógrafos y aquellos que, dentro del circuito de las artes, trabajaron con el artista, si este ya ha muerto y se entiende que no estableció en vida mucho contacto con el curador. Está demostrado que Granados tiene buenas habilidades en cuanto a distribución museográfica; como escritor, aunque dista mucho de alcanzar profundidad en sus textos, tiene buena ortografía, cosa que le salva, pero no le destaca. Su conocimiento filosófico es deficiente: por lo menos eso deja ver al escribir "fenomenología" en un curso que impartió en la Escuela Adolfo Prieto, el cual trató realmente de su trabajo como curador, ignorando totalmente siquiera la definición de fenomenología. Por último, teniendo en cuenta el desempeño curatorial de Marco Granados, se sabe que menosprecia el formato clásico-moderno para dar preferencia a las narrativas contemporáneas, es decir, aquellas que se resuelven mediante objetos, instalaciones y artefactos similares. A testimonio de uno de sus alumnos de una edición de PARAC, cuando éste le presentó su trabajo en formatos modernistas, únicamente le preguntó: "¿y cómo lo resolverías con una instalación?" En resumen, entendemos al sr. Granados como un buen interiorista con experiencia en cuestiones curatoriales y notoriamente protegido del sr. García Murillo, situación un tanto incómoda en cuanto a la transparencia institucional de los espacios públicos. Por último y tratando el asunto de la transparencia, según el portal del Estado de Nuevo León http://www.nl.gob.mx/transparencia Marco Granados no figura en la nómina de Conarte, por lo que ni su sueldo ni sus funciones en la institución quedan claros: se trata de un consejo, no de un Instituto de Investigación ni de una Universidad. ¿Un consejo pagando la nómina de un investigador? ¿Podemos saber qué investiga Marco Granados? ¿Hay publicaciones resultado de sus investigaciones? ¿Estética? ¿Desde cuándo Marco Granados es esteta o -por lo menos- aborda cuestiones estéticas, si no en sus publicaciones como investigador -que desconozco si existan-, sí en sus escritos críticos o curatoriales? En tanto empleado de una institución estatal es imperativo tener muy claras las decisiones que se toman, considerando que, como dice la página de Conarte (http://www.conarte.org.mx/sala-de-prensa/cambio-de-fecha-de-inauguracion-exposicion-julio-galan-10-anos), "Conarte a través del Centro de las Artes reiteran su compromiso de ofrecer a la comunidad de Nuevo León una oferta cultural de calidad internacional." Por cierto, la frase citada tiene un error gramatical: ¿Cuántos Conartes existen para que "reiteren su compromiso"? Seis meses han pasado desde que García Murillo ocupó el puesto de Director del Centro de las Artes. Acto seguido, contratan a Granados. Acto seguido, le otorgan a Alberto Luna su jubilación. Sin embargo, Luna no fue jubilado, sino movido a la Casa de la Cultura de Nuevo León. ¿Para qué moverle, sabiendo que Alberto Luna llevaba muchos años en funciones de organizador de exposiciones en Centro de las Artes? ¿Contratar -sin que aparezca en nómina- a un investigador que no es investigador para que ocupe el lugar de un empleado que nunca tuvo que postergar una exposición de esa envergadura? Definitivamente algo no anda bien. Regresando a las causas de la postergación -pues seguimos sin saber qué ocasionó tal postergación-, nos preguntamos qué pudo haber ocurrido. Vimos que, por obvias razones, el artista no es la causa, por lo que debemos descartarlo. La obra estaba planeada para llegar el lunes 20 de junio a las instalaciones del Centro de las Artes. Y no llegó. Se conjeturó que el transporte de la obra había experimentado un problema técnico; sin embargo la obra no sería recogida de un único lugar: son varios los coleccionistas que poseen una o varias piezas de Julio Galán. Si Julio ya falleció y es ajeno a este evento; si el camión que transportaría la obra se encontraba en perfectas condiciones; si no llegó ninguna pieza y son varios los coleccionistas que prestarían los Galanes, solo nos queda una opción. ¿Qué puede hacer que, no un coleccionista, sino todos, se nieguen a prestar una pieza -o varias-, aún en la inteligencia de ese compromiso ético con la cultura de exhibir el trabajo de un grande? Ha dado usted en el clavo: no había seguro para las piezas. Sin seguro, bajo ninguna circunstancia un coleccionista prestará una o varias piezas a ninguna institución, así se trate de Centro de las Artes o del museo Guggenheim. ¿Medio año de lograr una sola exposición, medio año de preparación, para postergar porque no está la aseguranza de la obra? Más aún: ¿La obra de Julio Galán? Ignoro qué pensarán los coleccionistas, pero sí puedo estar seguro que de ser uno de ellos, yo retiraría definitivamente mis intenciones de prestar una pieza a una institución con tan poca seriedad, amén de los turbios movimientos en que se está viendo envuelta. Verdaderamente es de extrañar este acontecimiento: Sepúlveda es un galerista con muchos años de experiencia. Ignoro cuál sea su ética mercantil en relación a los compradores y los artistas, así como queda fuera de mi incumbencia -ese tipo de cosas son los llamados "secretos a voces"-; sin embargo, quedar involucrado en un caso como éste no es algo que yo desearía. García Murillo tiene una amplia experiencia en la dirección de instituciones culturales, de las cuales su labor más destacada ha sido en el extinto Museo de Monterrey; ignoro porqué habrá dejado esa institución antes de que ésta se desintegrara, pero posteriormente ocupó puestos de importancia en el Museo de Historia Mexicana y en el polémico Fórum Universal de las Culturas; sin embargo -y retomando una afirmación del mismo García Murillo-, él siempre trabaja en pos de la calidad. Quizá no soy muy apto para apreciar la calidad en este evento, pero no la veo por ningún lado. Regresar a viejas prácticas institucionales priístias no es, ni por muy lejos, alentador en la búsqueda de un mejor futuro para nuestra cultura. Falta mucho por dilucidar de este asunto cada vez más turbio y desigual, parecido al proceder de nuestros antepasados, los primeros grandes empresarios de Nuevo León. Son seis meses de pagar un sueldo neto de $54291.52 más lo que cueste (dado que no aparece en el informe de transparencia) el sueldo de Granados como coordinador de Investigación Estética y Desarrollo Curatorial. Esto es: solamente Murillo le ha costado al Estado (en realidad a usted y a mí) $325,746 pesos; no conjeturaré sobre el sueldo de Granados; solamente han entregado una exposición y postergan otra por los motivos que ahora ya conocemos... ¿Qué opina usted al respecto?
Edgar Leal